viernes, 3 de julio de 2020

EL MARIANISMO LITERARIO

La dictadura cívico militar y las quemas de libros en la Argentina


Conocida es esa forma curiosa del machismo denominada “marianismo”, que llega a un mismo lugar siguiendo un proceso de razonamiento diametralmente opuesto. Para el marianista, es la superioridad moral de la mujer la que la condena a la crianza de su progenie, porque qué bien se hallaría en dejarla a manos del hombre, siendo este claramente inferior.
Así, las canalladas perdonables en el hombre (tan débil ante la tentación por fragilidad de carácter) no lo son en la mujer, de la que se espera una entereza y sacrificio mayores. Siendo el resultado de ambas teorías el mismo, uno no puede dejar de señalar el agregado de indecible cinismo del marianismo.
Me ha sorprendido constatar, a lo largo de mi vida, que este tipo de razonamientos suele aplicarse a casi cualquier cosa; triste es admitir, que la literatura no ha sido una excepción. Existe quien deplora todo ejercicio literario por no tener en estima alguna a la literatura misma. Con su agregado de cinismo, el marianista literario se coloca siempre en un pie de superioridad respecto al potencial escritor, porque su desprecio no surge sino de un postulado amor por la literatura y no de su desprecio.
El ejercicio crítico no es caro al marianista literario; presume su desdén, incluso antes de leer. Ve en su prejuicio su jactancia y no la frontera de su conocimiento. No quemaría jamás un libro, pero no encontraría mal alguno en que dejasen de editarse. No hay en él apetito de descubrimiento ni resignación; no abriga esperanzas en el hallazgo de un nuevo talento, sino en el fin de la literatura o, al menos, en la anhelada síntesis de esta a una colección de museo, ordenada, severamente jerarquizada y muerta.
Como en la mayoría de los casos, su vicio es su castigo.     

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