A
la realidad le gustan las simetrías, reza un antiguo apotegma borgeano que, no
pocas veces, se revela cierto, aun a expensas de su creador. Sabido es, por
ejemplo, el menosprecio que Borges tenía por el tango canción y, en especial,
por las composiciones de Gardel y Lepera, a las que tildaba de sensibleras y
melodramáticas.
En
todo esto pienso mientras repaso (emulando en la ducha, heréticamente, la voz del mudo) una de las letras más sensibleras
y melodramáticas de Lepera . Me detengo, entonces, en unos versos:
“Sus
ojos se cerraron
y
el mundo sigue andando”
Algo
me recuerdan; algo que, al principio, se muestra esquivo.
Finalmente, no sin cierta sorpresa, recuerdo estas otras palabras, esta vez en
prosa, que tanto se le parecen, y fueron escritas diez años después:
La
candente mañana en que Beatriz Viterbo murió, después de una larga agonía que
no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro
de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios;
el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba
de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita.
La
segunda parte está subrayada por mí, obviamente; y la primera, parece querer
excusar o contrarrestar su dramatismo. El tono es, decididamente, más sobrio y,
por ende, más efectivo, pero la idea central es, al fin de cuentas, la misma.
A
la realidad le gustan las simetrías y los cuidados de los hombres no son muy
distintos. Estamos condenados a ser la imagen especular de aquello que
menospreciamos.
.
.
3 comentarios:
Yo sé que ahora vendrán caras extrañas... como la de Argentino Daneri.
"Estamos condenados a ser la imagen especular de aquello que menospreciamos." ¡Qué horror! Con lo mal que me parece que escribe.
:P
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