....No hay nada más triste en este mundo que el arrepentimiento de un pedante ante su siempre indecoroso y desproporcinado acopio de libros. Cuando nos tomamos un minuto para mirar su siempre extensa (demasiado extensa) biblioteca personal y tomamos conciencia de su tamaño, de su inevitable desorden y de su apenas disimulada mugre, un cierto desdén hacia la propia naturaleza de la bibliofilia encarna en nosotros en la forma de una pesada lápida sacramental que parece depositarse, lenta pero inexorablemente, sobre el hipo ausente de nuestro atrofiado diafragma burgués, horadando nuestras entrañas con la inequívoca, conspicua, opresión de la melancolía.
...
No hay comentarios:
Publicar un comentario