...Meses atrás, me sorprendió encontrarme con un artículo peridístico en la red sobre los aciertos predictivos de Isaac Asimov respecto a los avances tecnológicos que iban a darse en las últimas décadas. Mejor dicho, lo que me sorprendió fue el tono místico del artículo y, sobre todo, el de los comentarios de los usuarios, que adjudicaban a Asimov la capacidad de anticipar cambios fuera del horizonte de investigación científica de su tiempo. Frases como "nadie más que él pudo anticipar tal o cuál invento" inundaban de absurdo el homenaje.*
...¿En qué consistía mi sorpresa? Asimov era un divulgador científico, no un adivino. Sus predicciones, para ser científicas, debían estar basadas en el conocimiento de tecnologías en ciernes para ser realmente serias o, al menos, participar de los paradigmas científicos de su tiempo.** Asumir lo contrario, sería negar su carácter de divulgador y transformarlo en una suerte de Nostradamus moderno, lo que, lejos de resultar elogioso, denigra su imagen y su trabajo.
...En fin, que nuestra sorpresa al descubrir que Asimov anticipaba determinados inventos o desarrollos científicos, no se basa sino en nuestro desconocimiento respecto a que estos ya formaban parte del horizonte de investigación de su tiempo y no en una proyeccción copernicana. El mérito de Asimov, residía en un mayor conocimiento de estos horizontes respecto a su lector, no en una capacidad precognitiva.
...Esta sorpresa, me llevó a descubrir una nueva paradoja, que enuncio del siguiente modo:
Si una previsión individual y singular respecto de los progresos tecnológicos escapa a los paradigmas de saber de su tiempo, no es científica; si no escapa a estos paradigmas, no es individual y singular.
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* Si es necesario dar pruebas de eso, me remito al propio Asimov, quien agregó en 1965 un prólogo a su novela Lucky Starr y el gran Sol de Mercurio (de la que fui un agradecido lector), en la que aclara que la descripción de Mercurio era inexacta, porque estaba hecha en base al conocimiento astronómico erróneo de la época en que fue escrita (1956). Asimismo, es sorpendente el abuso de la llamada "falacia de francotirador" al juzgar el acierto de muchas de sus predicciones, falacia de uso común entre astrólogos, lo que (huelga decir) no hubiera alegrado mucho a Asimov.
** Es decir, Asimov pudo preveer, por ejemplo, ciertos progresos en la robótica debido a su mayor conocimiento en los trabajos científicos en la materia (nadie niega mérito en ello) pero no predijo cambios de paradigma científicos como los de Stephen Hawking (nadie asume un demérito en esto).
2 comentarios:
Interesante, a veces creo que el tema de las predicciones nunca dejó de ser algo del orden mántico más que del científico.
Son un despropósito y algo anacrónico. Le puedo asegurar que de acá a veinte años las predicciones van a dejar de existir.
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