No temáis, esto no es filosofía.
Antiguo adagio
Partiendo de Kant, Schopenhauer instituyó tres conceptos sobre los que basó su estética; lo lindo, lo bello y lo sublime. Voy a intentar exponerlos del modo menos desacertado posible:
Lindo: es lo que estimula y promete satisfacer nuestras necesidades o impulsos biológicos. Es decir, lo que necesitamos para subsistir y lo que se nos impone instintivamente. Por ej: un bife de chorizo (hambre / gula), una mina que está buenísima (instinto reproductivo / lujuria), etcétera.
Bello: lo que produce agrado estético (es decir, placer por su forma*), es, por ende, inofensivo y sustrae al observador de los apetitos citados, suspendiendo temporalmente su sujeción al impulso biológico. Por ej: una flor, el ocaso, un caballo al galope, una obra de arte, etcétera.
Sublime: es un estado de conmoción y arrobamiento dado, en forma débil, ante un panorama vacío de vida, de deseo y apetitos. Por ej: un desierto, la imagen del mar en un día sereno, etc… Y, con mayor fuerza, ante lo inconmensurable, lo terrible, lo amenazador. Por ej: un violento tifón en el mar, un hongo nuclear, un tornado, etcétera.
Estos estados, por definición, se excluyen recíprocamente. Hasta acá Schopenhauer. Aquí mi modesto aporte personal:
Existe una sola cosa en el mundo que puede generar los tres estados, incluso (me atrevo a decirlo) de modo simultáneo: la persona que amamos. Su belleza nos sujeta a nuestro impulso primario, pero también lo trasciede... En cuanto a lo sublime, le cedo la palabra al Romeo de Shakespeare, que lo dijo mejor que yo:
JULIETA: ¡Te asesinarán si te encuentran!
ROMEO: ¡Ay! ¡Encuentro más peligro en tus ojos que en veinte de sus espadas!
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*Fermoso: Que posee forma.