....Nuestras obsesiones hablan de quiénes somos. Pero, no: puede decirse mejor: al hablar de nuestras obsesiones, es de nosotros de quienes hablamos, incluso, sin saberlo. A través de ellas nos conocemos y nos mostramos ante los demás del modo más sincero, porque aquello que nos apasiona nos desnuda también.
....Pero el peligro de las obsesiones es que también nos atrapan en nosotros mismos, nos aíslan del mundo y de nuestros afectos. En los límites de nuestro propio mundo nada es capaz de sorprendernos y, mucho menos, de modificarnos.
....Sólo unas pocas personas pueden arrancarnos de ese mutismo. Sólo unas pocas personas son capaces de conmover ese mundo a través de sus propias obsesiones, de su propia pasión.
....Al final del juego, ya viejo, no imagino que nadie sea capaz de recordar con nostalgia más que dos o tres conversaciones, dos o tres anécdotas, y el recuerdo de alguna de esas aventuras amorosas de las que no conviene hablar mucho ni este ni en ningún otro ámbito.
....Esta escena de la película “Entre copas” (Sideway, 2004), a cargo de Virgina Madsen y Paul Giamatti habla de esas dos cosas que, en el fondo, son una misma cosa: la soledad inherente a cada hombre y el increíble acto de amor de los que intentan atravesar ese muro, al parecer, infranqueable.
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....Pero el peligro de las obsesiones es que también nos atrapan en nosotros mismos, nos aíslan del mundo y de nuestros afectos. En los límites de nuestro propio mundo nada es capaz de sorprendernos y, mucho menos, de modificarnos.
....Sólo unas pocas personas pueden arrancarnos de ese mutismo. Sólo unas pocas personas son capaces de conmover ese mundo a través de sus propias obsesiones, de su propia pasión.
....Al final del juego, ya viejo, no imagino que nadie sea capaz de recordar con nostalgia más que dos o tres conversaciones, dos o tres anécdotas, y el recuerdo de alguna de esas aventuras amorosas de las que no conviene hablar mucho ni este ni en ningún otro ámbito.
....Esta escena de la película “Entre copas” (Sideway, 2004), a cargo de Virgina Madsen y Paul Giamatti habla de esas dos cosas que, en el fondo, son una misma cosa: la soledad inherente a cada hombre y el increíble acto de amor de los que intentan atravesar ese muro, al parecer, infranqueable.
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