Este es un post elitista. Debido a que un Cenáculo convocado a esta fecha no pudo realizarse, me permito ensayar un texto consolatorio. Estas, amigos míos, son balas a diestra y siniestra: cualquier semejanza con la realidad se da por mera casualidad.
Prima Alma Mater:
Mientras muchos se solazan actuando como si estuviesen de vuelta de todo, cuando, en realidad, nunca fueron a ninguna parte, Prima, que es una verdadera mujer de mundo, habla como si llegase a aprender algo de uno, como si el opaco destino del otro fuese extraordinario y no el suyo, del que apenas (pudorosamente) habla. Sabe del dolor y la muerte, pero en su conversación íntima sólo hay lugar para el dolor del otro. Esa valentía la condena a una mayor soledad y lo sabe: en eso consiste la valentía. Su trato con las musas no tiene nada que envidiarle a nadie, pero se siente más cómoda en el papel de mecenas que en el de artista, e, infinitamente, mucho más cómoda en el de anfitriona que en el de huésped. Nunca la escuché descalificar un acto ético o estético fruto de una bella intención. Cree que un mundo más justo es posible, pero, a diferencia de la mayoría de las personas que manifiestan este deseo, ella lo cree realmente. Hasta que la conocí, no sabía que el dandismo podía manifestarse, también, en una mujer.
Pilula Mica Panis*:Wilde decía que la mujer es una esfinge sin secreto. Es posible que Pilula no tenga secreto alguno, pero, sin dudas, sabe esconderlo muy bien. Ese saber es extraño en una mujer tan joven; posiblemente sea intuitivo, lo que lo haría más poético, pero uno adivina en ella un modo de razonamiento estratégico que es incompatible con la llamada intuición femenina. Ella lo sabe y por eso le gusta definirse, no sin ironía, como una suerte de marimacha intelectual. Juega al ajedrez en su conversación y siempre prefiere usar las negras; nunca propone (nunca expone), actúa por reacción: contraataca serenamente. Responde al sarcasmo y a la crueldad con indiferencia, nunca con desdén o revancha. Admira la ironía, pero la ejerce sin una gota de sarcasmo, con inteligente picardía. Es imposible, al menos para mí, saber cuando está triste y cuando no. Intenta ser poética en cada acto, pero a la previsible torpeza masculina, estos gestos la vuelven sugestiva o distante. Dicen que toca el violín: no se ha encontrado un sólo testigo.
Amor Vitae Essentia:
Es increíblemente tímida y, como muchos de los tímidos, esconde un universo incontenible en ella. No percibir eso es imposible. Está desbordada de pasión y de amor. Para saberlo, alcanza con verla después de un tiempo para ser recibido como Mambrú de vuelta de la guerra. Oírla hablar de música es otro camino a esa revelación. Uno podría hablar por horas con ella (lo he hecho) sin notar el menor desmedro en su entusiasmo. Escucha atentamente y recuerda cada opinión, cada pequeña confesión del otro. La mayoría de las mujeres se siente obligada a mostrar fastidio en cuanto el humor masculino busca incomodarlas. Ella nunca provee esa ridícula satisfacción al hombre; con naturalidad, con inteligencia, sabe decir lo justo para que uno se sienta un tonto y decida usar su inteligencia de modo más elegante. Es capaz de percibir el dolor en el otro a simple vista e incapaz de permanecer indiferente. Por eso ansía romper la coraza de nuestra intimidad. Para ello se vale de armas muy nobles e infalibles. Espera con paciencia a un Príncipe Azul que se resiste a venir, quizás porque se sabe indigno de antemano.
Clavum Clavo Expellere**: Comienzo con una vergonzosa confesión personal: fui un pésimo alumno en todo nivel educativo. Por eso la formación académica de Clavum me resulta admirable (si participase del culto a la sinceridad, escribiría “envidiable”). La confesión no es gratuita: por alguna razón, me es imposible hablar de él sin hacer un paralelo. Tenemos algunas sorprendentes similitudes, físicas, de carácter y anecdóticas, pero, a la vez, somos muy diferentes. Él es un hombre del s XXI y yo uno del s XIX; nuestras preferencias estéticas difieren mucho y la diferencia de edad se vuelve muy notoria al ver que resulta mucho más tolerante que yo en el reconocimiento y la aceptación de esas diferencias. A pesar de su apariencia escandinava, es un típico espécimen de tano leche-hervida. Sus enojos son viscerales, de vendetta y de un profundo rencor de muerte y duran unos cinco minutos. El resto del tiempo es un hombre cordial de excelente humor. Como todo hombre de letras, se sabe lejos de ser un hombre de acción. Sin embargo, no conozco una persona que lleve a cabo tantos proyectos. Ojalá el pseudónimo elegido sea profético: obtiene con facilidad la buena predisposición femenina, pero sospecho que es enamoradizo; con un poco de disciplina, devendría en un excelente Casanova.
W Alter Ego:
Fuera de su amor por su familia (que, dolorosamente, no es unánime) y del afecto por un grupo reducido de amigos, demuestra un desdén imperturbable por todo gesto no racional. Ese aspecto de su conducta es, a veces, sólo a veces, fingido (sic). Unamuno, desde un enfado profundamente vitalista, escribió que la inteligencia era algo antinatural, una enfermedad congénita. En el caso de W Alter, esta afirmación no suena a hipérbole, es precisa y exacta. Sabe y sabe muchísimo, pero prefiere pensar a citar. Ante una nueva idea, propia o ajena, siente el mismo tipo de felicidad que un poeta al escribir un buen verso. Así mismo, es un cruel iconoclasta; puede calificar de estúpida o de falsa una idea que hasta hace un minuto le resultaba infalible. Está desprovisto de todo prejuicio intelectual y desprecia y denuncia todo amaneramiento, todo fingimiento y todo gesto políticamente correcto en materia filosófica, religiosa y política. Su valoración de la inteligencia es netamente cartesiano: admira y ejerce la capacidad de cuestionarlo todo y desprecia lo que Jauretche denominó “pereza intelectual”. Su humor es amoral y es sólo tolerable para unos pocos. Un acto de violencia, de imbecilidad o de irracionalidad, pueden espantarlo de modo inverosímil.
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*Bolita de miga de pan