viernes, 31 de octubre de 2008

QUINTA PATA A LA ORALIDAD RIOPLATENSE


Se me ocurrió una idea. ¿Por qué no aprendemos a escribir entre todos? No de la manera estúpida en que se hace en los talleres literarios, sino en serio.
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Cómo lograr diálogos verosímiles es una gran preocupación para todos los escritores después de que al atorrante de Juan Rulfo se le ocurriera empezar a tomárselo en serio. ¿Por qué no empezar nuestra colabaroación (y debate) por ese lado?

¡Pero cuidado! Entiéndase que no es un ejercicio estadístico: la oralidad es, también, un artificio discursivo, quizás el más artificial de todos. También hay que tomar en cuenta que una cosa es el lenguaje del personaje y otra el del narrador omnisciente, pero no conviene que esos dos discursos sean muy contrastantes, aunque eso es ya una elección estética.

Ahí van algunas ideas. Acepto (exijo) críticas y aportes.


Aun y aún:

Creo que conviene no usarlos mucho. Al “aún” nunca, salvo que el personaje sea culto y un poco afectado. No creo que se use más que para dar gravedad al discurso, por ej: -¿Salió bien del quirófano? -Aún no sabemos nada” Es más verosímil el “todavía”. El “aun” trae más problemas. Según el contexto, creo que hay que tratar de remplazarlo por “incluso”, “hasta” y “aunque”. Ej: “Hasta los domingos trabajan”, siempre es mejor que: “Trabajan aun los domingos…” Al escribir lo usamos demasiado porque resuelve cuestiones de ritmo, pero no hay que caer en la tentación.


Adverbios de lugar:

Sin dudas es mejor usar “acá” y “allá” que “aquí” y “allí” cuando habla un personaje. Pero cuando habla el narrador el uso puede parecer violento y nos va a forzar a ser muy coloquiales. Para encontrar un equilibrio, yo suelo usar “ahí” por “allí”. El “allá” no suele traerle problemas al narrador, porque el que narra en tercera persona habla siempre de un “allá” y de un “él”. En mi caso, cuando veo que necesito usar “acá” fuera de los diálogos, me doy cuenta de que metí la pata.


Nunca y jamás:

Creo que es obvio que usamos más el “nunca” que el “jamás” que es, a mi gusto excesivamente literario. Prueba de su mayor uso es que se gastó más, al punto de perder fuerza. Por eso a veces, lo reafirmamos con el “jamás”. Ej: “No le dije nunca… Pero jamás, eh”.

Che (como medida de todas las cosas):

En “Diarios de motocicleta” (¡Qué bien que labura ahí de la Serna, che!) al Che y al amigo, dos chilenas le sacan la ficha de que son argentinos por el uso del “che”. La primera vez que vi la película me dije: “¡Che, estos giles no dijeron “che” hasta ahora, que desastre el guión”. Al verla por segunda vez noté azorado que se usaba este vocativo criollísimo unas 2.000 veces antes de esa escena. Moraleja: úsenlo siempre, siempre, siempre… Lo usamos mucho más de lo que creemos: ni nos damos cuenta de que lo usamos… En serio, che.


Este… este… ¡Pero, che!:

Los españoles tienen su “caray”, los mexicanos, su “órale”, nosotros tenemos nuestra propia expresión de sorpresa: “¡Pero!” Nos podrán preguntar una y mil veces “¿Pero qué?” A lo que: “¡Pero mirá vos!” será* siempre nuestra respuesta. Del mismo modo Les Luthiers tuvo que cambiar su dubitación criolla, criollísima, por un frío y desnaturalizado “EmmEmm…” Ante la insistencia del público español: Este… Este ¿Este qué? (¡Qué sabrán estos gallegos!)


Verbos en indicativo:

Futuro simple: No se usa casi nunca. Se remplaza por el presente: Ej: nunca se dice “Te veré mañana”, sino “Te veo mañana”. En otros casos, se remplaza con una frase verbal (verbo ir más el infinitivo). Ej: en vez de: “Te juro que ganaré”, se dice: “Te juro que voy a ganar” Creo que el único caso en que el futuro simple es usado es cuando se quiere acentuar que una acción será (va a ser) inevitable, resultado de una fuerza mayor: “Y bueno… Si no me alcanza la plata, devolveré lo que compré” Pero ese acento es posible, justamente, por lo extraño que resulta su uso. Solamente suena coloquial si se lo usa para modificar una frase verbal: “Tendré que devolverlo”, decimos, o cualquier cosa, antes que: "Lo devolveré", que suena a doblaje mexicano.

Futuro anterior: habré partido, habrás partido, etc. Las personas de más de treinta lo usamos mucho más de lo que creemos. “Le habré dicho mil veces y no me hizo caso nunca” Creo que los más jóvenes lo remplazan por el presente: “Le dije mil veces…”, pero no estoy muy seguro.

Pretérito anterior (¿Se llamaba así, che?): he sido, has sido. En la ciudad se usa cada vez menos y es menos frecuente entre más joven es el hablante. Es más común el uso del perfecto simple: "Fui" y sanseacabó!

Verbos en subjuntivo:

Futuro: fuera o fuese, fueras o fueses. Tristemente se está perdiendo su uso. Es muy infrecuente entre los jóvenes y entre las personas de escasa formación. Suele decirse: “Si yo sería presidente haría tal cosa” y no “Si yo fuera presidente…”

Che… ¡Qué largo se hizo esto! ¡Y me quedé con ganas de seguir!

Chau**

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*Vale acá lo dicho más abajo sobre el uso del futuro.
**Por el amor de Dios; nunca hagan decir a un personaje "adiós": eso es cosa e' gringo:)

sábado, 4 de octubre de 2008

TRIGLIFOS Y METOPAS O DE LA SUTIL RELACIÓN ENTRE EL LOGOS Y LA PRÁXIS


“¿Me sobra un ojal
o me falta un botón?”*


APLICACIÓN 1:


Cierto día un profesor quiso sacarse a los pibes de encima por una rato y les encargó sumar los primeros cien términos de la siguiente progresión: 81297, 81495, 81693 y así hasta el 100899, en la que cada término se obtiene sumando 198 al anterior. Pero hete aquí que, pocos segundos después, un mocoso de nueve años llamado Carl Gauss, le entregó el resultado. El profesor, sorprendido (y secretamente colérico, sin dudas) le compró el mejor libro de aritmética que pudo encontrar y le dijo: “No puedo enseñarle nada más.”

EXÉGESIS: La mejor forma de explicarlo es adoptar una suma más simple. Supongamos que nos piden sumar los números pares del 2 al 20. El niño Gauss nos diría que la forma más sencilla es partir de la idea de que a cada número de esa progresión va a corresponder otro cuya suma va a ser igual a 22. Así: 2 + 20, 4 + 18, etc. Como la progresión está formada por 10 números, va a haber entonces 5 pares de números que sumen 22, por lo tanto: 22 x 5 = 110.


APLICACIÓN 2 :


Hacia el año 452, surgió una guerra civil (o disputa familiar si se quiere) entre el rey visigodo Turismundo y su hermano Teodorico. Luego de algunas escaramuzas sangrientas, Teodorico se mostró dispuesto a reconocer la corona de su hermano y le propuso un banquete de reconciliación. Turismundo aceptó la oferta complacido. Se realizó, entonces, un banquete fastuoso en el que, como muestra de camaradería, los miembros de la embajada de Teodorico se sentaron a sus mesas intercalados entre sus anfitriones. El vino profuso y los deliciosos manjares no faltaron hasta que, tras una leve señal, cada uno los huéspedes desenvainó una espada oculta y asesinó al hombre sentado a su derecha, transformando a Teodorico, ahora Teodorico II, en rey de los visigodos.

EXÉGESIS: A cada número impar sucede uno par; a cada metopa, un triglifo; a cada hombre leal, un traidor, etc.

HIPÓTESIS FINAL:


La cuantía de nuestro fin suele ser inversamente proporcional a la complejidad con la que es puesta en ejecución una idea. Lo que distingue al hombre práctico, es la relación ventajosa de esta proporcionalidad. Al hombre impráctico, se lo reconoce por sus buenas notas escolares y el respeto que recibe de sus congéneres. "Feliz aquel que no comprende, mas resuelve" (Job 1:13, AT)

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*Pipo Chipolatti, letra alternativa de "Check to check" de Irving Berlin.

jueves, 2 de octubre de 2008

DOCE MENTIRAS

"Menira, mentira,
yo quise decirle..."*

“Chequeesperas” es un calambour de Shakespeare pronunciado a la que te criaste.

Por una extraña superstición onomástica, de chico pensaba que mi destino era ser pianista: Federico (Chopin). Liste (Liszt).

Mis ancestros son austríacos; mi familia lo esconde porque tuvieron una vergonzosa participación durante La Segunda Guerra Mundial.

Esta lista es un ejercicio puramente literario.

De chico sufrí una enfermedad mental que me postró durante dos años en una cama, donde nada más podía leer. Lo espantoso es que no podía comunicar qué libros deseaba: eran elegidos arbitrariamente y puestos sobre un atril con cierto desdén.

Soy homosexual, pero nunca tuve el valor de asumirlo.

Me pusieron Federico por Lorca. Mi segundo nombre es Rafael, por Alberti. Mi nombre religioso, el que tengo para la colectividad, es David Ishmael, pero no soy circunciso.

De muy chico fui testigo de un homicidio violento. Nunca pude contarlo.

Padezco una extraña perversión sexual… O, mejor dicho, son los otros los que la padecen.

Nací en un barco de bandera congoleña el preciso día en que El Congo se independizó de la Corona Británica, por lo que no tengo nacionalidad: soy un paria jurídico.

No todos estos ítems son falsos.

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*"Volvió una noche" (Gardel y Le Pera)

OTRA VUELTA DE TUERCA (JOHN CARPENTER'S VAMPIRE)

En los últimos tiempos, innumerables series y películas de vampiros y zombis llevaron a la parodia un género fundante del séptimo arte. El ...