domingo, 18 de enero de 2009

LUGAR COMÚN


CORO: Dos familias, en Verona, donde situamos nuestra escena, de un antiguo rencor arrancan una nueva violencia, en la que sangre civil ensucia manos civiles. De las entrañas fatales de estos dos enemigos tomaron vida dos amantes destinados a la desgracia, cuyas ruinas desventuradas y lastimeras entierran con muerte la rivalidad de sus padres...

No es necesario recordar las palabras de este prólogo (ni siquiera es necesario haberlas leido alguna vez) para saber a qué obra pertenecen. "Romeo and Juliet" y los hechos de su tragedia forman parte del mundo de todos. Del argumento puede decirse, incluso, que se transformó en un lugar común. Miles de películas y telenovelas agotaron sus posibilidades y variantes hasta el hartazgo.

¿Qué nos hace tolerar esa repetición cada vez que volvemos a Shakespeare? El moderno afán de originalidad, podría llevarnos a creer que lo hacemos porque fue su creador. Nada más equivocado. Primero, porque el placer estético no está regido por categorías deportivas. Alcanza con pensar en las muchas veces que nos tocó lamentarnos de que un argumento prometedor fuera ejecutado con torpeza para poder reconocerlo. Doble error, también, suponer que Shakespeare fue el creador de ese argumento, cuando se trata de una historia legendaria de Italia. De hecho, es muy probable que más de un dramaturgo la haya ensayado antes que él, lo que era habitual en la época.

Borges solía decir que sólo existen cuatro o cinco argumentos y que el genio creador consiste en ejecutarlos de modo que resulten atractivos al espectador una y otra vez. En lo de cuatro o cinco, por supuesto, hay una exageración o, para decirlo de modo más literario, una hipérbole, mecanismo que fue usado al punto del hartazgo por el realismo mágico y la publicidad. Lo que no impide que Borges lo use con renovada elegancia.

En fin, que los mecanismos para reinventar un argumento o estrategia pueden llegar a ser muy complejos y sutiles, como pueden resultar (al menos en aparciencia) sumamente simples y directos. Incluso, puden consistir en la inteligente denuncia de su uso por parte del propio ejecutor. Recuerdo, por ejemplo, una humorada de Juan Verdaguer que no sólo yo juzgo genial:

"Siempre me ha llamado la atención ver como a los humoristas les pasan cosas muy graciosas toda vez que van en camino a dar su show. Lo que es a mí, nunca me pasó nada digno de mención... Salvo hoy, que viniendo para aquí..."

Este es, al menos, un modo inteligente de rondar la paradoja.

4 comentarios:

Fede dijo...

Just a link

Fede dijo...

(Ver también Wiki)

Lukas Rybensen dijo...

Con respecto a lo que decía Borges, ¡aguante la contaminación!

Con respecto a Verdaguer, el último chiste del link tiene el sello de un genio.

Un abrazo

Walter Leonardo Doti - (Filosofo Multimedia) dijo...

Algo parecido a este argumento en:

http://dequesetratatodoesto.blogspot.com/2008/03/no-te-juntes-con-esta-chusma.html

Me cito: "Se supone que la hilaridad es el resultado de una elaboración intelectual y que para que algo cause gracia debe ser fruto de una complejización intelectiva. Las guerras de tortas parecen destruir el supuesto. Tal vez esta falsa hipótesis nazca de una particularidad que el humor comparte con el género policial: se trata de expresiones que requieren sorpresa para lograr efectividad. Así, la repetición es inaceptable y los cerebros dedicados a generar suspenso o risas deben ensayar constantemente nuevos giros y vueltas de tuerca. Pero esto no quiere decir que nuevas formas simples o antiguas fórmulas elementales en nuevas presentaciones no causen gracia o no produzcan intriga."

Refiriéndome a otro tema (o no), comparto lo que decís en la última oración de este ya viejo texto.


En relación a lo que dice Borges, yo no hablaría de una "hipérbole", sino más bien de una "hipóbole". Je!

Me encantó el giro: "... que no solo yo juzgo genial...". Creo que no soy el único al que le ha gustado.

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