miércoles, 21 de octubre de 2015

EN TORNO A LA STRADA


La Strada (1954) de Federico Fellini.
Con Giulietta Masina, Anthony Quinn y Richard Basehart.  

....Una circunstancia felizmente recurrente en las películas de Federico Fellini es la síntesis de su tema en un pasaje breve y poéticamente exaltado, nunca ajeno al sabor familiar y equívoco del sueño. Este capricho (elección estética en la jerga escrupulosa de la crítica) aprendido, quizás de Shakespeare, quizás de Bergman, quizás de nadie o de todos, no es ajeno a La Strada (1954) cuyo argumento gira, casi secretamente, en torno a una piedra.
....La mediocridad de Zampanò, un hombre brutal y dolorosamente solitario; la disipación de el Loco, un saltimbanqui bastardo y romántico, resignado alegremente a la certeza de un destino trágico; la ambigüedad inquietante y genial de su protagonista, Gelsomina, acaso estúpida, acaso loca, perdida y olvidada del mundo; la melancolía incurable de un circo que reúne a un grupo de artistas callejeros, muchas veces patéticos (extensión o símbolo de la Europa devastada de postguerra o de cualquier región en cualquier época); la violencia, el desamor, el crimen y la culpa; toda esa cruel gravitación, en apariencia absurda e inútil, podría, sin embargo, guardar un orden oculto. 
....Ese orden, que el arte de Fellini pondrá en un mundo que, acaso, nos niega todo tipo de orden, hará del odio visceral entre dos hombres un camino hacia la fatalidad y de una melodía onírica un santo y seña hacia un pasado culpable. Es, sin duda, un orden terrible, despiadado, pero siempre mejor que el caos. Un orden al que los personajes desesperados de La Strada se aferrarán, porque: “Si esta piedra no tiene un propósito en el mundo” dirá el Loco “entonces nada tiene un sentido.”

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