viernes, 13 de febrero de 2009

LA RAÍZ ESTÉTICA DE LA MORAL



Dando vueltas a una de mis viejas obsesiones, el origen del comportamiento moral, me acordé de esta escena que me afectó mucho más de lo que me es posible expresar o, incluso, entender. Más allá del romanticismo que suponía, me pareció adivinar un metamensaje, quizás ajeno a la intención del guionista, pero, no por eso, menos poderoso.

La razón no pudo encontrar nunca una raíz absoluta para la ética, por lo que tiende siempre a un peligroso relativismo. La religión, pone esa raíz en el supremo bien simbolizado u objetivado en Dios, por lo que tiende a un estatismo ético, preservando e instituyendo dogmas creados para realidades históricas y simbólicas ya perimidas. Mientras que la razón disuelve sus esfuerzos en su incapacidad de conciliar idea y mundo, la religión, en su esencia misma, niega la posibilidad de la evolución de las normas morales.

Pero, ¿qué pasaría si asumiéramos que no hay una raíz racional o religiosa en el comportamiento moral, sino una elección arbitraria, en fin, estética?

Nuestros conceptos de justicia y bondad, son esencialmente geométricos; están basados en nociones como mesura, equilibrio y simetría, todas ellas, muy ligadas a nuestra concepción del hecho artístico. Todo acto cuya finalidad es artística, así como todo acto cuya finalidad es moral, presuponen establecer un orden allí donde no lo hay. ¿Todo acto humano no sería, entonces y por definición, a la vez estético y moral? ¿No habrá, al fin de cuentas una identidad entre ambos parámetros?

Un mismo acto es aceptable en un individuo y repudiable en otro y nadie, por muy profundas sean sus creencias escapa a esta regla, que se da de hecho en el mundo. La razón es muy simple: cada uno tiene su estilo. Cada uno construye una identidad como artista, como ser moral, que le abre las puertas a determinados comportamientos y le cierra la puerta a otros.

La ética, en un plano restringido, consistiría en elegir (desde un punto de vista puramente estético) el tipo de personalidad que deseamos y en asumir los beneficios y desgracias anejos a esa identidad. En fin, en responder a aquel viejo axioma sanmartiniano: “Serás lo que debas ser o no serás nada” En un plano más amplio, el que incluye a cuestiones de fondo, presupone elegir en qué creeremos y en qué no.

“¿Cuándo debemos mentir y cuando no?” Sería en un mundo sin Dios, sin un Imperativo Moral, no muy diferente a preguntarse: “¿Cuándo debo escribir en verso o en prosa?” Quizás, lograr ser nobles, requiera de asumir ese destino y de contar con la suficiente sensibilidad estética para saber determinar en qué momento mentir , espiar o, incluso, matar, es adecuado.

Posdata al 23 de febrero de 2009: Descubro con asombro y tristeza que esta es una tesis de Nietzsche. Para colmo, la tuvo antes que yo.
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A propósito, la película se llama "Secondhand lion"


7 comentarios:

Fede dijo...

Obviamente, este, como muchos otros post, persigue plantear un nuevo punto de vista, no hacer una afrimación taxativa.

Anónimo dijo...

¿Me parece a mí, main freund, o usted se refiere al carácter arbitrario de los llamados "sentidos provisionales"?

Walter Leonardo Doti - (Filosofo Multimedia) dijo...

Friedrich diría - y si no que me corrija - que si bien toda perspectiva moral implica, básicamente, dividir las cosas en buenas y malas, también puede evaluarse axiológicamente a cada una de estas perspectivas en sí mismas, hallándose que hay algunas mejores que otras y esto en relación a su adecuación a lo que está dado, a la realidad contradictoria del mundo. Así que no sé si hay tanta arbitrariedad en los sentidos provisionales.

Para mí hay una cierta estética en los actos morales, esto es cierto. Armonías, simetrías. Sin embargo, me parece que esta percepción surge en última instancia de una inducción resultadista. Relacionamos con el equilibro aquello que la experiencia nos muestra que ha dado mejores resultados para el desempeño social.

Como se sabe, yo suelo observar todo a la luz de las teorías biológicas. Creo que allí podemos encontrar la génesis de la moral. No nos comemos entre nosotros - o al menos reprobamos una tal actitud - porque una tendencia de este tipo sería muy contraproducente a la larga. La agresión, la violencia y la mentira tienden a desaparecer por mera evolución natural.

Bits dijo...

Cuando me muera (siempre que no sea de vejez, enfermedad o inanición) quiero que hagan un asado conmigo.
Me pareció un buen post para expresar mi deseo =)

Fede dijo...

Se me ocurre algo nuevo. Es una suerte de síntesis dialéctica (pah!!!) entre mi sofisma inicial y la teoría de Doti. ¿Y si la moral es la elaboración simbólica de las imposiciones biológicas? Es decir, ninguna especie perdura si los progenitores se comen al total de sus crías, pero la eugenesia ha llevado a muchas (o casi todas) las especies a matar a las crías no aptas. Un proceso simbólico posterior, lleva al tabú que prohibe la antropofagia. Esta idea me parece muy interesante. La complejización de las relaciones simbólicas (la cultura) es lo que produce la lejanía con esas imposiciones biológicas primitivas. Habría que mandarle esta idea a alguien que sepa.

Fede dijo...

Bits:

Me prendo. Me reserva una pechuguita.

PD: El verbo "comer" da lugar a muchos chistes fáciles. Pero he logrado resistirme a la tentación... Gracias por su visita.

Carolina dijo...

La eugenesia? EUGENIA SE COME A SUS CRIAS NO APTAS?????!!!!

Que cosas dice, Fede-

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