
Si bien es cierto que muchos ejercicios de traducción están condenados a la frustración y al fracaso, también lo es que existe una suerte de superstición perniciosa en torno a la idea de la imposibilidad de traducir algunos textos o, incluso, ciertas palabras. Escuché varias veces, por ejemplo, decir que es imposible traducir la palabra portuguesa ‘saudade’*, palabra intraducible, si las hay, y que significa ‘nostalgia’.
Dolina distingue en “Crónicas del Ángel Gris”, tres niveles de la falsificación: descendente, paralelo y ascendente, según la pieza falsificada resulte inferior, igual o superior en calidad a la original. Creo que el mismo criterio podría aplicarse a las traducciones. Sin embargo, la superstición a la que hice referencia, parece suponer que ninguna traducción puede ser superior al original. El intento de este post es hacer un breve catálogo de posibles traducciones, algunas de ellas, ascendentes.
Oscar Wilde, en un gesto muy propio de su imaginación e ironía, tituló “La importancia de ser Ernesto” a una de sus obras más conocidas. En inglés "The Importance of Being Earnest", produce un calambour curioso, porque vale tanto por “La importancia de ser Ernesto” como por “La importancia de ser serio.” Alfonso Reyes, para que no se perdiera este juego, proponía cambiar el nombre del protagonista y escribir el título de la obra en letras mayúsculas. Resultado final: “LA IMPORTANCIA DE SER SEVERO”
Mucha fue la sorpresa de Nerval al recibir el siguiente elogio de Goethe por su traducción al francés de “Fausto”: “Nunca me he comprendido mejor que leyéndolo a usted.” “La esfinge germana”, escribiría después Gauthier, “había sido descifrada por el Edipo francés.”
Algo parecido pasó con la traducción de Baudelaire de “Vatek”,que obtuvo una enorme fama en toda Europa. Muchos lectores que dominaban el inglés, se lanzaron frenéticos a la lectura del texto original, creyendo que Baudelaire, a través de su traducción, les había revelado un gran escritor, como ya había pasado con Edgar Poe. Grande fue la desilusión al ver que la prosa de William Beckford era pésima y que el escritor tenía, incluso, serios problemas para dominar la lengua inglesa, que no era, dicho sea de paso, su lengua materna.
Dolina distingue en “Crónicas del Ángel Gris”, tres niveles de la falsificación: descendente, paralelo y ascendente, según la pieza falsificada resulte inferior, igual o superior en calidad a la original. Creo que el mismo criterio podría aplicarse a las traducciones. Sin embargo, la superstición a la que hice referencia, parece suponer que ninguna traducción puede ser superior al original. El intento de este post es hacer un breve catálogo de posibles traducciones, algunas de ellas, ascendentes.
Oscar Wilde, en un gesto muy propio de su imaginación e ironía, tituló “La importancia de ser Ernesto” a una de sus obras más conocidas. En inglés "The Importance of Being Earnest", produce un calambour curioso, porque vale tanto por “La importancia de ser Ernesto” como por “La importancia de ser serio.” Alfonso Reyes, para que no se perdiera este juego, proponía cambiar el nombre del protagonista y escribir el título de la obra en letras mayúsculas. Resultado final: “LA IMPORTANCIA DE SER SEVERO”
Mucha fue la sorpresa de Nerval al recibir el siguiente elogio de Goethe por su traducción al francés de “Fausto”: “Nunca me he comprendido mejor que leyéndolo a usted.” “La esfinge germana”, escribiría después Gauthier, “había sido descifrada por el Edipo francés.”
Algo parecido pasó con la traducción de Baudelaire de “Vatek”,que obtuvo una enorme fama en toda Europa. Muchos lectores que dominaban el inglés, se lanzaron frenéticos a la lectura del texto original, creyendo que Baudelaire, a través de su traducción, les había revelado un gran escritor, como ya había pasado con Edgar Poe. Grande fue la desilusión al ver que la prosa de William Beckford era pésima y que el escritor tenía, incluso, serios problemas para dominar la lengua inglesa, que no era, dicho sea de paso, su lengua materna.
Suele decirse que los traductores son como los amantes; si son buenos, no son fieles; si son fieles, no son buenos. Quería cerrar, entonces, con una anécdota, una humorada final. Gozó de gran fama una ardua traducción en verso de la "Comedia" de Dante por parte de Bartolomé Mitre. Esta traducción, sin embargo, no parecía ser del agrado del periodista Marcos Zapata, que escribió el siguiente grafitti frente a la casa del otrora prócer:
EN ESTA CASA PARDUZCA
VIVE EL TRADUCTOR DEL DANTE;
VIVE EL TRADUCTOR DEL DANTE;
APÚRATE CAMINANTE,
NO SEA QUE TE TRADUZCA
___________
*Tengo en mis manos una antología de Pessoa en la que se deja la palabra saudade en portugués por ser "intraducible."