jueves, 26 de julio de 2012

QUINTA PATA AL FORMALISMO RUSO

Por apatía, por costumbre, por imposición y hasta por temor, estamos habituados a interpretar la realidad de un modo automático, diseñado y perpetuado en función de obtener una utilidad directa de los datos y percepciones a los que accedemos. Para Víktor Shklovski, patriarca del Formalismo Ruso y de la crítica moderna, la finalidad del arte sería devolvernos una visión extrañada del objeto; darnos una visión novedosa, compleja y vital del mundo, lograda a partir de la desautomatización de nuestros mecanismos expresivos.
Ahora bien, para toda acción, existe una reacción; la obra de arte, en tanto concreción de un acto, es causa de un efecto particular en el espectador, un efecto estético al que, la mayoría de las veces, denominamos belleza.
¿Pero cuál es la naturaleza de la belleza estética, de este efecto que se produce en el espectador por influjo de la obra artística? Es curioso que nadie parezca haberse detenido, que yo sepa, ante un corolario casi fatal de la afirmación de Shklovski. Este extrañamiento, esta novedosa, compleja y enriquecida forma de expresión o interpretación el mundo, ha de producir, necesariamente, asombro en el espectador. Una sutil, velada y voluptuosa forma del asombro, pero asombro al fin.
Me despido. Tengo una lectura pendiente; voy a ver si Borges logra sorprenderme otra vez.                

2 comentarios:

Fede dijo...

Como el lector avisado puede haber descubierto ya, simplifiqué y, acaso, adulteré la tesis de Sshklovski en función de mis míseros intereses personales... Y mi conclusión, además, peca de ingenua y hasta de tautológica... Pero me conocéis; sacrifico la verdad y el pundonor en aras de un chiste o, en el mejor de los casos, de una cuota de asombro.

Fede dijo...

¿Sklovski no se parece a Luca Prodan? ¡Llamen a la producción de TVR!

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