
Me pasó algo muy desagradable. Estuve mirando algunos videos en YouTube y releyendo viejos libros y descubrí que muchas de las ideas que incluí en este post pertenecen a Borges, a Dolina, a Russell, Nietzsche o Shaw. Fue muy doloroso, casi humillante. Comparto esas opiniones y creo que sintetizan todo lo que me interesa o importa en este mundo. Al fin de cuentas, me la pasé repitiendo cosas que otros dijeron, sin agregar nada.
No haberlo notado en su momento, sólo puede servir como excusa de orden moral. ¿Pero qué me importa ser moral? ¿Y si no tengo nada que agregar y corregir? ¿Para qué escribo, entonces, en este blog? No quiero transformarme en aquellos que fingen disentir para ser innovadores: detesto ese gesto intelectual. ¿Debería, entonces, callarme? Bueno, sí...
El problema es, precisamente, ese. Siempre que nuestra cosmovisión se identifica completamente con la de otros hombres ¿cómo hace uno para salvar su afán de individuación y ser, al mismo tiempo, consecuente con sus concepciones?